El Taquero de la Libertad
La Jungla de Mariano presenta al Taquero de la Libertad, los tacos de carne asada más vendidos en Puebla. Una joya urbana. www.lajunglademariano.com
La cocina típica poblana, la mejor del mundo para tu servilleta, no sólo se limita a la comida tradicional -aquella que nuestras abuelas heredaron generacionalmente- sino también la urbana, aquella que se degusta en nuestras calles.
De hecho, los grandiosos platillos tradicionales poblanos –chile en nogada, mole poblano, etc.- se han convertido en comida extraordinaria, mientras que el menú ordinario de los poblanos, más barato y asequible, está conformado por tacos, cemitas, memelas, quesadillas, molotes, chalupas, tortas, esquites, tamales y varios antojos más.
En Puebla existen joyas de gastronomía urbana que seguramente conoces, has consumido, o por lo menos te han contado. Una de ellas es el famosísimo taquero de la Libertad. Un taquero urbano de carne asada ubicado exactamente –ubicado es un decir- bajo el puente de la Prolongación Reforma y el bulevar San Felipe, en la colonia La Libertad. El taquero de la Junta, para algunos.
Y es un prodigio. Será por su rapidez (no más de 6 segundos por taco) será por su precio (no más de 6 pesos por taco) será por la tragada (no menos de 6 tacos te comes), pero medio Puebla lo conoce y lo celebra.
Cumple cada uno de los requisitos que conoces para todo buen taquero urbano:
1. Siempre está lleno de gente. Si pasas una noche después de las 10 de la noche, parece que los regala. Eso es democracia.
2. Cuenta con al menos dos perros callejeros merodeando. Eso es garantía.
3. Tiene su imprescindible Mexican Waterproof Biological Flies Killer. O sea, la bolsita de agua que misteriosamente «sirve» para exorcizar las moscas. Eso es tecnología.
4. Tiene las salsas a la mano, harto limón -pa’ vacunar el taco- y rábanos a discreción. Eso es servicio.
5. Está en un crucero peligroso, casi a media calle, con todos los microbios necesarios y sin que falte el polvo y el smog. Eso es ubicación estratégica.
6. Tiene su trapito de la muerte, que sirve para limpiar los platos, las manos y todo lo demás. Eso es know how.
Además, el compa – como le dicen a todos los de su género- parece precisamente lo que es: un taquero. Siempre con su mandil ¿blanco?, es diestro con el cuchillo y siniestro –con la izquierda- para el volteo de tortillas, aunque estas funciones las ha delegado hábilmente a sus chalanes, ante tanta demanda. Posee una memoria prodigiosa para el conteo per cápita de los tacos ingeridos y por supuesto que tiene bigote.
Un taquero sin mustacho, no es buen taquero. Y no me preguntes por qué.
Y el güero –así le dicen también- además tiene sus dos o tres chalanes. Obviamente sin bigote, porque son aprendices de taquero. Chalanes de mandil ¿blanco? con ese gran talento natural que es la fácil identificación de las wonderful mamacitas. Su única preocupación es el resultado del Puebla, el América o las Chivas y con la alta responsabilidad de cortar limones, cilantro, cebolla; surtir de refrescos a los comensales y resurtir la salsa y el guacamole al compa.
Porque el compa va en chinga. Toma dos tortillas, casi al mismo tiempo les pone la carne ya asada y picada, prosigue la embarrada de guacamole con frente y vuelta de la cuchara y luego un poco de salsa. Esa salsa que es su verdadero secreto, pues de tan sabrosa, no te percatas cuando de repente estás llorando de lo enchilado que estás. Finalmente envuelve el taco, lo coloca en un plato y lo pone en tus manos…
Todo en 6 segundos, a 6 pesos y de a 6 por persona.
¡Bienvenido a La Jungla!